Cuando trabajamos con un ordenador autónomo, todas las peticiones de servicios se realizan dentro del equipo, sin embargo, en un ordenador conectado a una red se requiere de un sistema que permita cursar órdenes y peticiones al exterior. El equipo ya no cursa órdenes a un único procesador, sino que lo puede realizar a todos aquellos que se encuentren en la red.
El sistema operativo debe emplear una aplicación (“shell”) que se encargue de controlar las peticiones que realiza el equipo identificado como cliente y redirigirlas al equipo que dispone de dicho recurso dentro de la red de redirigir las peticiones. Estas aplicaciones son conocidas como redirectores y son distintas en función del tipo de red en el que nos encontremos.
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